Oportunidades abiertas por la solidaridad
“El talento es universal, las oportunidades no”. Marta menciona esta expresión de Nicholas Kristof mientras caminamos el domingo pasado en la colonia Nueva Capital de Tegucigalpa. Estamos en la escuela santa Teresa de Jesús repartiendo víveres a veinte familias cuyos hijos aspiran a convertirse en hombres de bien. Se trata de jóvenes promesas, que tratan de aprovechar las pocas oportunidades que personas generosas les brindan para salir adelante.
Hacemos un breve recorrido por la escuela guiados por Erlin. Entre semana, en estas mismas instalaciones juegan, corren y aprenden más de dos mil niños de las zonas aledañas. El domingo, solo se encuentran dieciséis jóvenes que viven en la residencia Populorum Progressio -título de una Encíclica del papa Pablo VI-. Están afanados haciendo encargos de limpieza y preparando el almuerzo. Erlin, estudiante de psicología de la UNAH y coordinador de la residencia nos cuenta que hace una semana eran diecisiete. Uno no pudo continuar por dificultades familiares. Los que quedan son de lugares diversos y remotos de nuestro país; la mosquitia, Intibucá, La Paz…
Después del breve recorrido, nuestro guía nos conduce por las calles de la zona para visitar a algunas familias. Mi reacción instintiva ante la espectacular vista de Tegucigalpa es buscar en mi bolsillo el celular para tomar una fotografía. Estamos a más de mil cuatrocientos metros de altura, con un día soleado y rodeado de un verde esplendoroso de la naturaleza. Erlin me dice que para evitar problemas es mejor no exponer una tentación. Por un instante había olvidado donde estaba, en uno de los lugares más pobres de Tegucigalpa.
Llegamos a una de las casas que marta, junto con otros voluntarios -algunos extranjeros- han construido para las familias más pobres de la zona. Es impresionante la alegría y el agradecimiento que se ve en la cara de estas personas. Más que la ayuda material, se trata del interés y la compañía de muchas personas generosas que hacen posible ir construyendo casas para los más necesitados.
Continúo en animada conversación con Erlin, originario de Guayape y desde hace ocho años beneficiario de la residencia Populorum Progressio (el progreso de los pueblos), una de las trece residencias promovidas por el padre Patricio Larosa en zonas necesitadas de nuestro país.
Erlin me va contando su peculiar estilo de vida. Además de las clases en la universidad, trabaja apoyando la formación de los más de dos mil cien niños de la escuela y coordina el funcionamiento de la residencia.
La responsabilidad consiste también en hacernos cargo de la realidad en la que viven tantos compatriotas. En la segunda visita que tengo la suerte de realizar a este lugar, me contaron de algunos casos de niños que no pueden continuar con sus estudios sencillamente por no contar con los cincuenta lempiras necesarios para el transporte a su centro de enseñanza. Es conmovedor contemplar los deseos de salir adelante de otro joven que al perder a su madre producto de su adicción a las drogas, es acogido por la madre de un compañero suyo que le brinda un techo y comida para que continúe con sus estudios.
Al regresar, mientras pasaba por el basurero al lado del cementerio Divino Paraíso, venían a mi cabeza lo que expresé en un artículo anterior “El Tour de la Vergüenza”. Usando una expresión de la presidenta del Colegio Médico, animaba a los diputados a hacer un recorrido por los hospitales públicos donde medio se atienden las necesidades de salud de la gran mayoría de los hondureños. Pensé en cuantos desaciertos y necedades desaparecerían al contemplar las necesidades reales de salud, educación y asistencia social.